jueves, 29 de marzo de 2012

APRENDER A PELEAR PARA NO PELEAR

En la revista digital El BUDOKA 2.0, en su edición nº 4, de Junio 2011 a Julio 2011, hay publicado un artículo del Maestro José Santos Nalda, del que estoy completamente de acuerdo. Os lo reproduzco íntegro:

"El propósito de ennoblecer y humanizar el carácter de los practicantes de las disciplinas Budo, aprendiendo a controlar un acto de violencia sin causar daño al agresor, nace en el ámbito de las artes marciales japonesas, las mismas que enseñan técnicas de la máxima eficacia para destruir al adversario, aunque éste ya no sea en absoluto su verdadero objetivo.

Siempre tomando las referencias de Ueshiba, en sus escritos advertía a este respecto: “El camino del guerrero ha sido interpretado erróneamente como un medio de matar y destruir a otros. Aquellos que buscan la lucha cometen un grave error, porque golpear, lastimar o destruir es la peor equivocación que un ser humano puede cometer. El verdadero camino del guerrero pasa por impedir la lucha, es el arte de la paz y el poder del amor”.

¿Porqué quiso que su Aikido fuese ante todo un medio para alcanzar la armonía personal e interpersonal? ¿De qué manera el aprendizaje de una disciplina de combate puede servir para establecer la armonía con un agresor que no desea el entendimiento, sino causar el mayor daño posible…? El mero hecho de practicar los ataques y defensas propias de este método, ¿mejora el carácter, la escala de valores de una persona, y su conducta, en el sentido señalado por el maestro Ueshiba?

Si yo tuviera que dar una respuesta a este último interrogante, con referencia a las numerosas personas conocidas practicantes de Aikido, diría que no, que el entrenamiento exclusivamente físico técnico no posee el suficiente valor alquímico para conseguir esa transformación de la personalidad. La mejora de las cualidades personales del budoka, así como la forma de ver la vida y de vivirla respetando un código de valores, requiere que los entrenamientos se ocupen también de las actitudes, mentales, anímicas, y espirituales o éticas que es preciso observar en todos los instantes de cada día, y desafortunadamente no abundan los dojos en donde se ofrece esta enseñanza.

El budoka que acepta los principios altruistas de la Vía que practica, se adiestra de manera constante, y por un periodo largo e indefinido –de muchos años– en el aprendizaje de las técnicas de lucha más eficaces con el fin de alcanzar varios logros, como son:

- Conocimiento práctico de las acciones de combate y sus consecuencias en caso de
aplicación real.
- Saber neutralizar los ataques de un agresor.
- Familiarizarse con las situaciones de enfrentamiento físico para superar el miedo que generan.
- Adquirir confianza en los propios recursos.
- Adoptar las actitudes más convenientes en cada momento.
- Adquirir el suficiente dominio de sí mismo para usar sus conocimientos con el máximo control y respeto al adversario.
- Aceptar en su comportamiento un código ético o escala de valores.

Solamente desde la confianza en sí mismo, el control del miedo, los recursos técnicos aprendidos y el autodominio, será posible optar ante una pelea inevitable, por “impedir herir sin herir”.

El budoka se entrena con perseverancia en las técnicas de combate cuerpo a cuerpo para adquirir la mayor eficacia, pero también para ser capaz de usarlas sin causar daño al atacante, y si es posible, y en ello ha de poner todo su empeño, sin
dar lugar a la confrontación de fuerzas.

¿Cómo podrá evitar o detener una agresión el que no se ha preparado para ello…? ¿Cómo podrá evitar ser lesionado, o defender a una tercera persona que está siendo agredida, el que no ha aprendido cómo hacerlo, sin causar o recibir mayores daños…? ¿Cómo podrá controlar la agresividad y violencia del otro, si no es capaz de dominar la propia?

Ante un individuo o varios, con intención de agredir a una persona, en la mente de ésta hacen acto de presencia varios miedos:

- Miedo a sufrir daño del agresor
- Miedo a no saber controlarse
- Miedo a la humillación verbal o física
- Miedo a causar daño y sufrir las consecuencias penales.

El entrenamiento constante en las disciplinas de combate enseña el modo de comportarse en situaciones críticas y favorece la adquisición de cualidades decisivas en tales circunstancias como son la confianza, la serenidad, el autocontrol, etc.

En Japón existe la Escuela Mutekatsu Ryu, cuyos objetivos se centran en enseñar el modo de ganar un combate sin luchar físicamente, y su prioridad es el respeto absoluto a la vida. Su método se basa en buscar soluciones diferentes al enfrentamiento físico, para lograr “vencer o convencer sin combatir”.

Anécdota: Se cuenta que el maestro Tsukahara Bokuden se encontraba en una balsa junto a otros pasajeros para atravesar un lago, y entre ellos llamaba la atención un joven samurái que fanfarroneaba sin cesar de sus múltiples hazañas en combate, hasta que se percató de la presencia del viejo maestro que se mantenía apartado en un extremo del pontón…

El joven fanfarrón se dirigió a él en estos términos:

- Eh tú, si llevas un par de sables y eres samurái, ¿Por qué no dices algo?
- Yo pertenezco a otra escuela y estilo que no busca vencer a los demás, sino simplemente no ser vencido.

El irrespetuoso provocador, sorprendido por la respuesta, preguntó:

- ¿Y cuál es tu escuela, qué nombre tiene…?
- La escuela del combate sin armas…
- No creerás que podrías vencerme a mi sin tus sables.
- Es una cuestión que no me preocupa –respondió Bokuden.

Herido en su orgullo y encolerizado, el joven ordena al barquero que lleve la balsa a la orilla más próxima para combatir con el viejo maestro, pero éste le propuso dejar primero a los pasajeros, y luego alcanzar una isla cercana con una barca ellos dos solos.

Así lo hicieron, y al llegar a la orilla el samurái impaciente saltó a tierra y desenfundó su sable preparándose para el combate. Bokuden hizo ademán de saltar a tierra, pero de repente cogió el remo e impulso la barca aguas adentro, alejándose de la isla, y dejando al provocador lleno de furia y sorpresa, mientras el viejo maestro le decía:

- Te das cuenta, esta es la forma de vencer sin armas y sin combatir…

El maestro André Nocquet, 8º Dan (1914-1999), el primer europeo que viajó al Japón para aprender el arte de Ueshiba, y a su regreso enseñaría en Burdeos, fue un gran impulsor de la consigna “impedir herir sin herir” según puede leerse en sus libros “ZEN ET AIKI” y “LE COEUR EPEE”: “La victoria no violenta combina la potencia y la firmeza de las técnicas defensivas, con la benevolencia del corazón hacia el adversario”

Un destacado alumno de Nocquet, como es J.D.Cahuepe, autor de varios libros de Aikido, escribe al respecto: “La vía marcial es una educación física, mental y espiritual para enfrentarse a un combate, sin odio y sin violencia, porque se ha aprendido a dominar la verdadera causa de la agresividad, que es el miedo al otro, y el miedo a sí mismo”

Vistas las formas del Aikido creado por Ueshiba, propias de un arte de combate, ¿porqué quiso transformarlas en un instrumento de educación para la paz…? Sin duda porque había experimentado en propia carne la inutilidad del enfrentamiento físico como solución del conflicto existente entre dos personas, puesto que la simple aceptación de la pelea, es ya una derrota para ambos. En sus enseñanzas nos recuerda repetidamente que, no es al agresor al que hay que derrotar o destruir, sino a su hostilidad e intención agresiva, es decir al móvil que le impulsa a ser violento.

Si pues, el aikidoka, el judoka, el karateka, etc. no puede responder a la violencia con la violencia ¿de qué otra manera podrá detener la violencia…? El maestro Ueshiba en un diálogo con André Nocquet le comentaba respecto al modo de posicionarse ante una persona que nos quiere hacer daño: “Deje hacer, deje pasar, esquive… porque si su causa o razón es son justas acabará triunfando, pero si su causa es perversa, tendrá un mal fin…”.

Entonces si el aikidoka ha de evitar siempre la “pelea”, ¿para qué sirve practicar un arte marcial dos o tres veces por semana…? Sirve para adquirir todas las destrezas técnicas, y las actitudes mentales, anímicas y éticas, sin las cuales, nunca será capaz de resolver un conflicto evitando el recurrir a la violencia. Solamente el que ha aprendido a combatir puede decidir no combatir e impedir los ataques del enemigo tratando de protegerle al mismo tiempo.

Leyendo los escritos de Ueshiba y los de algunos discípulos suyos, llegamos a creer que hemos entendido cuál es el verdadero objetivo del Aikido, sin embargo seguimos encontrando difícil hacer la simbiosis entre las pautas filosóficas y éticas propuestas por el fundador, y las formas de practicar las técnicas de esta disciplina, porque no acabamos de ver claro dónde termina el arte marcial y sus aplicaciones, y dónde empieza el arte de paz, o cómo y cuándo hacer uso de dichos principios y recursos técnicos a la vida cotidiana."


Saludos.


T.L.S


No hay comentarios:

Publicar un comentario